Jorge viste ojos tristes, y carga una mochila repleta de sentimientos pesados, no se peina, no se lava, la realidad muestra su cara mas amarga, sus rizos enredados a problemas constantes, su grito es tan silencioso, que Jorge desespera. Su mano tiembla como un flan frente a un cuchillo, como una bandera frente al cierzo. Cabeza de avestruz y cuerpo de gallina, se esconde fugazmente ante cualquier temor, tras cualquier arbol que lo refugie. Pero la tormenta es tan fuerte que puede partirlo en dos. Temeroso, triste y abandonado, como un perro en la ciudad, como un libro en un banco, como un pensamiento de anciano, como la libertad en Norteamerica. No sueña, no respira con facilidad y no vive con ilusion, solo espera no recibir... sorpresas momentos gestos voces .... Una vez, uno más, viviendo un infierno personal, a placer y en soledad absoluta, autoimpuesta de por vida. Ni tu, ni yo, ni dada, ni nadie, lo cambiaremos, porque Jorge ya murió de inanición, se dejo la vida para otra vida. D