La incomunicación entre padre e hija, hizo que tras un largo periodo de aislamiento familiar, ambos perdieran esa magia, esas ganas de luchar.
Ya no era una niña, y el no era tan mayor (fue padre muy joven). Pero aun así les separaba una gran distancia, que fue creciendo con el paso del tiempo, al igual que mermó sus ganas de solucionarlo.
Hoy no era un día más donde ella miraría a su padre con resignación, cuando lo encontraba por la casa. Y él, haría mención de hablar, pero justo en ese momento ella “escaparía” rápidamente. Porque hoy era el aniversario de su nacimiento, y aun así sabia que nada especial iba a ocurrir.
Ella se había volcado tanto en su pareja (la cual su padre desconocía que no era un chico), que su casa apenas era eso mismo. Y su habitación tan solo una cárcel para las noches. Un tiempo que ella empleaba para rimar versos que narraban una vida feliz, e incluso dormía un poquito, después de que su pena se lo permitiera.
Es por ello que su mochila siempre le acompañaba, con sus secretos y necesidades al hombro. Todo cuando era suyo.También sobre esos hombros posaba la pena y el dolor, de no poder ser libre en lo que fuera su casa, su reino. Donde de niña fue proclamada la princesa de este humilde hogar.
Le costo, pero se levanto de su cama, con la sensación de un sueño revelador, e hizo caso a su conciencia. Alzo la sonrisa y corrió por el pasillo silbando suavemente lo primero que le vino a la mente.
Al otro lado del pasillo, su meta, su padre en el aseo con la puerta entreabierta. Al dirigirse a él, este se encontraba sentado en el borde de la bañera con las manos tapándole la cara.
Es a eso a lo que hacía referencia su premonición, su sexto sentido, su intuición femenina. Ella le demostró que era una mujer, y no una niña, que era responsable, decidida y poderosa. Todo con el simple gesto de coger una mano de él y besarla, así sorprendiéndole y sumarle a todo ello un abrazo tan enorme como fue la distancia que les separó.
Le dijo que no estaba dispuesta a soportar esa situación de indiferencia por más tiempo, que le quería, al menos eso pensaba. Y que intentaría demostrarlo aunque el no se dejase.
Él le dijo entre sollozos:
- ¿Acaso crees que mis lagrimas son por dinero?. ¿No ves que eres tú y tu lejanía quien me entristece?. No dudes de mi predisposición, soy tu padre.
Poco más tarde compartieron el desayuno, más largo y extraño jamás disfrutado. Tomando zumito de naranja, y un café con mucha leche, acompañado de mini bollitos. Pero todo a una mano, la otra les unía durante este nuevo periodo de vida. Este que comienza hoy y por ahora sin fin.
Hoy Laura, hacia 19 años. Hoy era el primer día de su re-estrenada relación con su padre. Hoy empezarían de cero.
[ Redvia ]
Escuchando MP3: [ Estopa y Los Chichos - Son Ilusiones]
Ya no era una niña, y el no era tan mayor (fue padre muy joven). Pero aun así les separaba una gran distancia, que fue creciendo con el paso del tiempo, al igual que mermó sus ganas de solucionarlo.
Hoy no era un día más donde ella miraría a su padre con resignación, cuando lo encontraba por la casa. Y él, haría mención de hablar, pero justo en ese momento ella “escaparía” rápidamente. Porque hoy era el aniversario de su nacimiento, y aun así sabia que nada especial iba a ocurrir.
Ella se había volcado tanto en su pareja (la cual su padre desconocía que no era un chico), que su casa apenas era eso mismo. Y su habitación tan solo una cárcel para las noches. Un tiempo que ella empleaba para rimar versos que narraban una vida feliz, e incluso dormía un poquito, después de que su pena se lo permitiera.
Es por ello que su mochila siempre le acompañaba, con sus secretos y necesidades al hombro. Todo cuando era suyo.También sobre esos hombros posaba la pena y el dolor, de no poder ser libre en lo que fuera su casa, su reino. Donde de niña fue proclamada la princesa de este humilde hogar.
Le costo, pero se levanto de su cama, con la sensación de un sueño revelador, e hizo caso a su conciencia. Alzo la sonrisa y corrió por el pasillo silbando suavemente lo primero que le vino a la mente.
Al otro lado del pasillo, su meta, su padre en el aseo con la puerta entreabierta. Al dirigirse a él, este se encontraba sentado en el borde de la bañera con las manos tapándole la cara.
Es a eso a lo que hacía referencia su premonición, su sexto sentido, su intuición femenina. Ella le demostró que era una mujer, y no una niña, que era responsable, decidida y poderosa. Todo con el simple gesto de coger una mano de él y besarla, así sorprendiéndole y sumarle a todo ello un abrazo tan enorme como fue la distancia que les separó.
Le dijo que no estaba dispuesta a soportar esa situación de indiferencia por más tiempo, que le quería, al menos eso pensaba. Y que intentaría demostrarlo aunque el no se dejase.
Él le dijo entre sollozos:
- ¿Acaso crees que mis lagrimas son por dinero?. ¿No ves que eres tú y tu lejanía quien me entristece?. No dudes de mi predisposición, soy tu padre.
Poco más tarde compartieron el desayuno, más largo y extraño jamás disfrutado. Tomando zumito de naranja, y un café con mucha leche, acompañado de mini bollitos. Pero todo a una mano, la otra les unía durante este nuevo periodo de vida. Este que comienza hoy y por ahora sin fin.
Hoy Laura, hacia 19 años. Hoy era el primer día de su re-estrenada relación con su padre. Hoy empezarían de cero.
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