
Ella llegó llenando mis oídos de halagos y poesías, los cuales exhalaba su boca hermosa, mientras sus preciosos ojos captaban cada gesto de mi cara, cada parpadeo de estos ojos emocionados.
Tan inesperada fue su visita, como agradecida. Tan breve que dejo sobre la mesa su dudosa intención de repetirla.
Pero no fue un adiós, tan solo “hasta otra”. Y al día siguiente demostró que fue un “hasta mañana”, al aceptar mi segundo café. Y que cambio dio la tarde cuando acepto, mi primer beso.
Como dos niños disfrutando de lo sencillo, inocente y más puro y valioso. La confianza. El Amor.
Ahora nos queda toda la vida, para conocernos, amarnos, soportarnos, querernos, discutir, conversar, mimarnos, y tantas y tantas cosas...
Ya empezó el juego, ahora tan solo hay que disfrutar y cumplir las reglas. Esas reglas que sin estar escritas, se conocen y deben aceptar.
Todo sea por descubrir eso que nunca realmente hemos conocido, eso que nos llevará a realizar promesas eternas.
Todo por el AMOR, y la LIBERTAD.

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